No somos nada pero la quiero como si fuéramos todo. No somos nada
y aun así ¡Yo siento de todo! No somos nada pero me importa mucho… No fuimos,
ni somos, ni seremos. Porque para ser hay que estar, y no quisimos ni ser, ni
estar, ni querer. Nos miramos, nos pensamos, nos deseamos, nos necesitamos, nos
extrañamos pero… ¡No somos nada! Me gusta tanto que aunque no seamos nada le
soy fiel. No somos novios, pero aun así la gente se pregunta: “Si no son
novios, ¿Por qué se quieren tanto y por qué se celan?” ¡Cosas de la vida! Solo
ella y yo nos entendemos. Me gusta y le gusto, pero… No somos nada. Entonces, ¿Por
qué seguimos atados el uno al otro? ¿Por qué desaprovechamos alguna oportunidad
que se presenta para amar a otra persona? ¿Será porque tenemos miedo a
perdernos? ¡Díselo a mis celos! No somos nada pero sé que hay algo y quiero
verla, pero… ¿Qué le voy a decir si no somos nada? Por ahora, lo nuestro es una
especie de complicidad frente a otros, un secreto compartido, un pacto
unilateral. Algo más que una amistad, algo menos que una aventura. Viene cuando
me alejo, se va cuando me acerco. No puedo llamarla mía porque no lo es, ante
la gente no somos nada pero a solas, somos todo… aunque no seamos nada. Lo
somos todo ahora que no somos nada, el día que queramos ser todo ya no seremos
nada.