Lo que lo hace endemoniadamente atractivo es su habilidad para coquetearla.
Tiene la facilidad de retardar la satisfacción a través del distanciamiento, orquestando
en ella un vaivén entre esperanza y frustración. Él sabe que entre más la persiga,
más probablemente la ahuyente. Demasiada atención puede ser interesante un
rato, pero pronto se vuelve empalagoso, y al final claustrofóbico y alarmante. ¡El
no comete errores! Como otros ilusos que consideran que su persistente
presencia es tranquilizadora. Por eso, a veces se muestra frio y se ausenta sin
motivo manteniéndola fuera de balance, sorprendida e intrigada. Ella se ha
vuelto como su sombra, sabe que si la persigue terminará huyendo, pero si le da
la espalda ella lo seguirá. ¡Él ha
aprendido que una alta autoestima es asombrosamente seductora! La baja autoestima
repele, la seguridad y autosuficiencia atraen. El no habla mucho acerca de Él,
porque que esto es anti seductor, no revela autosuficiencia, sino inseguridad.
Esto lo vuelve enigmático, misterioso, difícil de descifrar. A esto debemos
añadirle que no es celoso porque esto atentaría contra su imagen de fundamental
autosuficiencia ¡Pero si es experto en causar celos! ¿Y lo mejor o peor de
todo? Es que no discute, no pelea, no se queja ni fastidia. ¿Qué podría ser más
seductor? (Continuará…)