martes, 9 de enero de 2018

Inventor de ilusiones


Muchas veces se evita la verdad porque suele ser dura y desagradable. Nadie quiere recurrir a la verdad ni a la realidad, salvo que esté dispuesto a enfrentar la ira que genera la desilusión. La vida es tan dura y problemática que aquellas personas capaces de inventar ilusiones o conjurar fantasías son como oasis en el desierto: todos van hacia ellas. Tan grande es el poder de una ilusión que echan raíces en nuestra mente, sobre todo en tiempo de escasez y decadencia. La gente raras veces llega a creer que sus problemas se deben a sus propios errores y estupideces. Algo o alguien tiene la culpa: el otro, el mundo, etc. y por lo tanto están seguros de que también la salvación vendrá de afuera. De ahí que muchos se convierten en fuente de placer para quienes los rodean, y el placer surge del arte de adecuarse a las fantasías de la gente. David Hume decía que: “Nadie debe desesperar de ganar seguidores para su hipótesis más extravagante, siempre y cuando tenga la capacidad artística de presentarla bajo la luz más favorable”. La persona capaz de armar una fantasía a partir de una realidad deprimente tiene acceso a un poder enorme al cautivar a las masas. Cuidado con aquellos que ofrecen la Luna. Inalcanzable, de forma siempre cambiante, desaparece y reaparece. La miramos, la soñamos, nos asombramos y la ansiamos. Nunca es conocida y continuamente genera sueños que al final son solo ilusiones y fantasías…