lunes, 8 de enero de 2018

El final lo es todo


Muchos hombres son gobernados por el corazón y no por el cerebro. Sus planes son vagos y, cuando se encuentran frente a obstáculos, improvisan lo cual les permite sobrevivir hasta la próxima crisis. ¡Esto jamás sustituye una planificación concreta, de principio a fin! La mayoría de la gente está demasiada prisionera del momento presente ignorando los peligros de los placeres inmediatos. Tienen la tendencia humana de reaccionar ante los hechos a medida que estos se producen, obviando el dar un paso atrás e imaginar el cuadro total que se desarrolla más allá del campo visual inmediato. Creen que son conscientes del futuro, que planean y piensan por adelantado cuando en realidad lo que hacen es sucumbir a sus deseos, a lo que ellos quisieran que fuera el futuro. Centran su atención en un final feliz y se auto engañan mediante la intensidad de su deseo. Si supiésemos ver los peligros remotos –los que acechan a la distancia-, cuantos errores podrían evitarse. A veces no se trata de hacer, sino de “no hacer”: las acciones precipitadas y necias que debemos evitar para no meternos en problemas. Los finales tristes son mucho más frecuentes que los finales felices que han sido pintados por la imaginación. Cuando usted ve con claridad todos los pasos que tiene por delante y planea su accionar hasta el desenlace final, no se verá tentado por las emociones ni por los deseos de improvisar y se liberará de la angustia. ¡El final lo es todo! Es el desenlace de la acción lo que determina quién se queda con la gloria, con el dinero, con el premio…