Jesús dijo en Mateo 5: 38 – 41 “Habéis oído desde la antigüedad: “Ojo
por ojo y diente por diente.” Pero yo les digo: No resistas al que te haga
algún mal; al contrario, si alguien te pega en la mejilla derecha, ofrécele
también la otra. Si alguien te demanda y te quiere quitar la camisa, déjale que
se lleve también tu capa. Si te obligan a llevar carga una milla, llévala dos”.
Cuando usted sea el más débil nunca luche simplemente por salvar su honor.
Opte, en cambio, por la rendición. ¡La debilidad no es pecado! El Cardenal de Retz
decía que: “Los débiles nunca ceden cuando debieran hacerlo”. La reacción exagerada
de contestar una agresión con otra agresión surtirá un incontrolable efecto
rebote por parte de la otra persona. Aprenda a reconocer que existen batallas
que nunca podrá ganar. No resista ni se defienda sino, por el contrario, ceda,
vuelva la otra mejilla, sométase. Se encontrará con que este tipo de actitudes
suele neutralizar la agresividad de los demás, que esperaban, e incluso deseaban,
que usted reaccionara con violencia. Su falta de resistencia los sorprenderá y confundirá.
Al ceder, en realidad usted está ejerciendo el control sobre la situación. ¡Por
dentro usted se mantiene firme, aunque por fuera aparente que se doblega!