Los romanos celebraban las Saturnales, el festival de Saturno,
dios de las cosechas, entre el 17 y el 24 de diciembre. Era la fiesta más
divertida del año y se remonta mucho tiempo antes de la fundación de Roma (753
a.C.). Cesaban todo trabajo y comercio, y las calles se llenaban de multitudes
y de una atmósfera carnavalesca. Los esclavos eran temporalmente liberados y
las casas se decoraban con ramas de laurel. La gente se visitaba y se
obsequiaba velas de cera y pequeñas figuras de arcilla. Mucho antes del
nacimiento de Cristo, los judíos celebraban –en esa misma época del año- la
Fiesta de las Luces (Hanukkah), de ocho días de duración. En el año 274 d.C.,
el emperador romano Aureliano (214-275) había establecido un culto oficial al
Dios Sol Mitras y declarado el aniversario de su nacimiento, el 25 de
diciembre, como fiesta nacional. El culto a Mitras, el dios ario de la luz, provenía
de Persia, se había extendido por toda Asia Menor hasta Grecia y Roma, y
llegado incluso a las tierras germánicas y la Bretaña. Numerosas ruinas de sus
santuarios todavía dan testimonio del gran culto que se rendía a ese dios,
sobre todo por parte de las legiones romanas, como mensajero de paz, fertilidad
y victoria. De modo que fue una táctica muy astuta la que se aplicó cuando en
el año 354 de nuestra era, la Iglesia cristiana, bajo el papado de Liberio
(352-366), acogió la fecha de nacimiento de Mitras y declaró el 25 de diciembre
como aniversario del nacimiento de Jesucristo.