De golpe se acercan las elecciones y no sabes por quien votar.
Sabes lo que no quieres votar, pero lo que quieres votar no lo ves. Eso produce
una impotencia enorme y los políticos deberían darse por aludidos. ¿Por quién
votar? Willian Mitchell Ramsay dijo: “Vota al hombre que promete menos. Será el
que menos te decepcione” ¡Pero debes votar! “Una papeleta de voto, decía
Lincoln, es más fuerte que una bala de fusil”. Un voto es un acto puramente
religioso, que no se puede tomar con un arrebato de pasión. Se puede tomar solo
con la mente purificada y compuesta y con Dios como testigo. Y sea lo que sea
que decidas, que sea un reflejo de tus esperanzas y no de tus miedos. Una
nación que no vota está mal. Donde el pueblo vota, la autoridad es indiscutida
y las rebeliones y conmociones son desconocidas. Ningún país tendrá posibilidad
de progreso político, de paz pública, de engrandecimiento nacional, mientras su
gobierno no se fundado sobre el voto popular. Cuanto menos se tiene más
importante es que votes. Los votos construyen hospitales. ¡Con la indiferencia
no se construye nada! Tienes el derecho de elegir así como el derecho de
auditar, vigilar, seguir de cerca a quienes nos gobiernan porque los proyectos
políticos están hechos por hombres corruptibles, que pueden equivocarse o
aprovecharse de su situación. Cuanto más siniestros son los deseos de un
político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje. John
Curran decía: “El precio de la libertad es vigilancia eterna”. Recuerda: La
democracia no garantiza el derecho o a votar, garantiza el derecho a elegir y
vigilar…