En la fábula, el mono toma la pata de su amigo, el gato, y la
utiliza para sacar castañas del fuego; consigue así las nueces que desea, sin
quemarse las manos. Así actúan aquellos que saben que hacer algo desagradable o
impopular, es demasiado riesgoso para ellos mismos. En ese caso necesitan una “pata
del gato”, alguien que haga el trabajo sucio o peligroso. Una pata suave y
acolchada pero con largas garras para sujetar a su presa. Útil para sacar cosas
del fuego, para clavar las garras a su enemigo y hasta para jugar con el ratón antes
de devorarlo. Con la pata del gato se lastima a quien se debe lastimar y se
evita que la gente se percate que son los verdaderos responsables. ¡Se conservan
las manos limpias! Es hacer todo lo grato y placentero, mientras que todo lo
ingrato se hace a través de terceros. Con lo primero se gana fama y favores y
con lo segundo se evita enemistarse con los demás. Igual sucede con personas en
altos mandos que saben encontrar a la gente adecuada que se haga cargo del
esfuerzo mientras ellos ahorran energías y, como el mono de la fábula, evitan
meter sus manos entre las brasas. Estos poderosos dan la impresión de no estar
nunca apresurados ni sobrecargados de trabajo. Mientras otros trabajan hasta
gastarse los dedos, ellos se toman su tiempo. Solo se rodean de cosas agradables y los únicos
anuncios que hacen son los de sus triunfales logros.