martes, 16 de enero de 2018

Pleito de gallos


“Dos jóvenes gallos pelearon sobre un gallinero. Uno era más fuerte; derrotó al otro y lo echó del gallinero. Todas las gallinas se reunieron en torno al gallito vencedor y comenzaron a elogiarlo. El joven gallo quiso que su fuerza y su gloria se conocieran en el terreno vecino. Voló hasta el techo del gallinero, agitó las alas y cantó con voz fuerte: -Mírenme todos. Soy el gallo victorioso. Ningún otro gallo del mundo tiene tanta fuerza como yo-. El gallito no había terminado de pronunciar esas palabras cuando un águila lo mató, lo aferró con sus garras y lo llevó a su nido” (León Tolstoi). No hay nada más embriagador que la victoria, pero tampoco nada más peligroso. El éxito causa extraños efectos en la mente del hombre. Lo hace sentirse invulnerable, al tiempo que lo vuelve más hostil y descontrolado. Permitir que la seducción del momento o un triunfo emocional influya sobre usted o dirija sus movimientos podrá resultarle fatal. Cuando usted logra el éxito, ¡De un paso atrás! Muéstrese cauteloso. No hay nada mejor momento para detenerse y retirarse que después de una victoria. Si sigue avanzando se arriesgará a reducir el efecto e incluso a terminar derrotado. La historia está sembrada de ruinas de imperios victoriosos y cadáveres de líderes que no supieron cuando detenerse y consolidar sus conquistas.