sábado, 27 de enero de 2018

Desconfianza


No confíes en cualquier palabra, sonrisa, beso o abrazo. Las personas saben fingir demasiado bien. Mucho menos te confíes de los halagos. Recuerda que el hombre acaricia el caballo solo para poder montarlo. No es necesario mostrar bellezas a los ciegos, ni decir verdades a los sordos. Basta no mentir al que te escucha, ni decepcionar al que confió en ti. Las palabras conquistan temporalmente, pero lo hechos, esos si nos ganan o nos pierden para siempre. La desconfianza es como la mala hierba, una vez que la siembras no hace falta cultivarla, crece solita. Muchas cosas no son como uno las cree que suceden, sino  como nos las hacen creer. Pierdes la cuenta de las veces que piensas que todo será diferente y sabes que no será así. No te molesta que te hayan mentido, lo que te molesta es que ya no podrás confiar en esa persona. ¡Una mentira suya ha puesto en duda mil de sus verdades! A partir de ahí dejas de creer en los demás, no por desconfianza, es solo el resultado de tu experiencia. Dejas de confiar hasta en tu sombra, pues ella te abandona incluso en la oscuridad.